CARTA DEL SOCIALISTA FRANCÉS JEAN JAURÉS A SU HIJO
RESPECTO A LA ASIGNATURA
DE RELIGIÓN
“Querido hijo:
Me pides un justificante que te exima
de cursar religión, un poco por tener la gloria de proceder de distinta manera
que la mayor parte de los condiscípulos y temo que también un poco para parecer
digno hijo de un hombre que no tiene convicciones religiosas. Este
justificante, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás.
No es porque desee que seas clerical,
a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo hay tampoco en que profeses
las creencias que te expondrá el profesor.
Cuando tengas la edad suficiente para
juzgar, serás completamente libre pero, tengo
empeño decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo
serían sin un estudio serio de la religión.
Te parecerá extraño este lenguaje
después de haber oído tan bellas declaraciones sobre esta cuestión; son, hijo
mío, declaraciones buenas para arrastrar a algunos pero que están en pugna con
el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería completa tu instrucción sin un
conocimiento suficiente de las cuestiones religiosas sobre las cuales todo el
mundo discute? ¿Quisieras tú, por tu ignorancia voluntaria, no poder decir una
palabra sobre estos asuntos sin exponerte a soltar un disparate?
Dejemos a un lado la política y las discusiones
y veamos lo que se refiere a los conocimientos indispensables que debe tener un
hombre de cierta posición. Estudias mitología para comprender historia y la
civilización de los griegos y de los romanos y ¿qué comprenderías de la historia de
Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que
cambió la faz del mundo y produjo
una nueva civilización?
En el arte ¿qué serán para ti las obras maestras
de la Edad Media
y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo que las ha inspirado y las
ideas religiosas que ellas contienen?
En las letras ¿puedes dejar de conocer no sólo a
Bossuet, Fenelon, Lacordaire, De Maistre, Veuillot y tantos otros que se
ocuparon exclusivamente de cuestiones religiosas, sino también a Corneille,
Racine, Hugo, en una palabra a todos estos grandes
maestros que debieron al cristianismo sus más bellas inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral ¿puedes ignorar la expresión más clara
del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la moral más sabia y más
universal? –éste es el pensamiento de Juan Jacobo Rousseau.
Hasta en las ciencias naturales y
matemáticas encontrarás la religión:Pascal y Newton eran cristianos fervientes;
Ampere era piadoso; Pasteur probaba la existencia de Dios y decía haber
recobrado por la ciencia la fe de un bretón; Flammarion se entrega a fantasías
teológicas.
¿Querrás tú condenarte a saltar páginas
en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la religión está íntimamente unida a
todas las manifestaciones de la inteligencia humana; es la base de la
civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual y condenarse a una manifiesta
inferioridad el no querer conocer una ciencia que han estudiado y que poseen en
nuestros días tantas inteligencia preclaras.
Ya que hablo de educación: ¿para ser
un joven bien educado es preciso conocer y practicar las leyes de la Iglesia ? Sólo te diré lo
siguiente: nada hay que reprochar a los que las practican fielmente, y con
mucha frecuencia hay que llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía en el
simple ‘savoir vivre”, hay que convenir en la necesidad de conocer las
convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos obligados a imitarlas,
debemos por lo menos comprenderlas para poder guardarles el respeto, las
consideraciones y la tolerancia que les son debidas.
Nadie será jamás delicado, fino, ni
siquiera presentable sin nociones religiosas.
Querido hijo: convéncete de lo que
digo: muchos tienen interés en que los demás desconozcan la religión, pero todo
el mundo desea conocerla. En cuanto a la libertad de conciencia y otras cosas
análogas, eso es vana palabrería que rechazan de ordinario los hechos y el
sentido común.
Muchos anti-católicos conocen por lo
menos medianamente la religión; otros han recibido educación religiosa; su
conducta prueba que han conservado toda su libertad.
Además, no es preciso ser un genio
para comprender que sólo son verdaderamente libres de no ser cristianos los que
tienen la facultad de serlo, pues, en caso contrario, la ignorancia les obliga
a la irreligión. La cosa es muy clara: la libertad exige la facultad de poder
obrar en sentido contrario. Te sorprenderá esta carta, pero precisa hijo mío,
que un padre diga siempre la verdad a su hijo. Ningún compromiso podría
excusarme de esa obligación
Recibe, querido hijo, el abrazo de tu
padre.”
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